Cansado de su existencia lacónica, se lanzó al ciberespacio y lo abrazó con ímpetu juvenil. «Las redes sociales serán mi salvación», tal vez pensó.
Lo encontraron años después de la cuarentena y solo por casualidad. Todavía estaba esperando.
El sendero ha sido arduo. Este es un planeta inhospitalario como lo había sido el mío. Cuando mi reserva de oxígeno acabe, moriré, y en ese mismo momento definiré mi vida. Mañana naceré de nuevo y no recordaré este, mi destino final.
Las simpatías ajenas eran notables por su ausencia en esta era. El traje me mantuvo vivo por un tiempo. Pronto me adapté.
Pedí una transferencia temporal de emergencia, pero nadie respondió.
Temí por mi vida.
Así es como me uní al circo. Allí fui feliz.
«Humpty Dumpty», el huevón perverso. Pronto verás lo que bueno. Frágil eres, cual «troll twittero». Te encontraré en el jugo.
Ya veremos quién es más guapo después de las elecciones.
¿Me recuerdas? Soy el que rompe huevos.
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